L'any s'acaba amb l'assassinat de Benazir Bhutto. La que va ser la primera dona que va liderar el Govern d'un país musulmà a l'era moderna ja havia patit un atemptat l'octubre passat. Arran d'aquest fet, va escriure al Wall Street Journal :
"Evidentemente, yo conocía los riesgos. Ya me había encontrado antes en dos ocasiones en el punto de mira de los asesinos de Al Qaeda (entre ellos, el célebre Ramzi Yusef). [...] Algunos miembros del Gobierno habían criticado mi regreso a Pakistán, así como el plan de visitar el mausoleo del fundador de mi país, Mohamed Ali Yinnah. Ahora bien, mi dilema era el siguiente. Llevaba en el exilio ocho dolorosos años. Pakistán es un país con una política de base, de masas, con contacto personal. No es California ni Nueva York, donde los candidatos pueden hacer campañas a través de anuncios en los medios de comunicación y cartas personalizadas. Semejante tecnología no sólo es una imposibilidad logística, sino que carece de base en nuestra cultura política. Los pakistaníes quieren ver y oír en persona a los dirigentes de su partido, y ser parte directa del proceso político. Esperan caravanas y concentraciones de masas, oír directamente a sus líderes a través de megáfonos y altavoces. En condiciones normales es todo un desafío. Bajo la amenaza terrorista, es de una dificultad extraordinaria." (reproduit a La Vanguardia del 28 de desembre de 2007).
Ahir, Bhutto va rebre el seu últim bany de masses.
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